Los piercing en la cavidad oral pueden afectar seriamente a tu salud bucodental y puede convertirse en una moda un tanto peligrosa.
Entre los posibles riesgos están:
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- La retracción gingival: es muy común con los piercing labiales y los que se colocan en el frenillo. El roce constante con la encía, hace que esta se retraiga mostrando parte de la raíz. Esto puede conllevar a tener sensibilidad dental y un aumento del riesgo de caries.
- Fracturas dentarias: muy común en las personas con piercing en la lengua y que adquieren el hábito de jugar con el pasándolo por los dientes. En función de la magnitud de la fractura, las consecuencias pueden ser leves, moderadas o graves.
- Desgarros: son consecuencia del enganche del piercing o bien con algún objeto externo o bien dentro de la propia cavidad oral durante el hábito de desplazarlo de un lado a otro.
- Alteración del habla: esto se da en personas que lo llevan en la lengua. Debido al choque del objeto extraño, hay sílabas o palabras que resultan difíciles de pronunciar.
- Infección del piercing: puede suceder cuando está recién colocado y la herida todavía está fresca. Sin embargo, si ocurre un desgarro como se ha mencionado anteriormente, es posible que la herida también se infecte.
- Mal aliento: El piercing entorpece la correcta higiene bucodental, generando así mal aliento.
Aparte de estos riesgos bucodentales, también existen otros a nivel general, como puede ser la ingesta o la aspiración del piercing.
Estos son algunos consejos para reducir los riesgos:
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- Realizar una correcta higiene bucodental, usando colutorios que nos ayuden a reducir la carga bacteriana.
- Realizar revisiones periódicas en el dentista, para vigilar los signos de infección y las fracturas dentales.
- Retirar el piercing a la hora de realizar algún deporte.
- Evitar el hábito de “jugar” con el piercing.